La creciente preocupación en las últimas décadas por el peso y la figura han traído consigo una mayor presencia de los trastornos de la conducta alimentaria (TCA), pero ¿qué son exactamente? 

 Los TCA representan una forma anómala de afrontar los cambios corporales, los cánones de belleza y atractivo y/o las inseguridades a través de un control desadaptativo sobre la ingesta y alimentación.

Se caracterizan por emociones, pensamientos o acciones persistentes en relación a la comida y el aspecto físico, siendo común la sobrevaloración de estos o imagen corporal negativa y, a veces, distorsionada. Así como comportamientos sintomáticos: restricciones alimentarias, sobreingesta o conductas compensatorias purgativas (laxantes, vómitos, diuréticos) o no purgativas (ejercicio, pastillas). 

Dentro de estos trastornos encontramos tres principales: anorexia nerviosa, bulimia nerviosa y trastorno por atracón. Los tres se inician en la adolescencia o inicio de la adultez en la mayoría de los casos y son más frecuentes en mujeres, salvo el trastorno por atracón, con mayor prevalencia en hombres. 

Por último, mencionar la obesidad, la cual pese a ser una enfermedad médica y no un trastorno mental, es frecuente verla en psicopatologías como la ansiedad, la depresión, trastornos bipolares, esquizofrenia o el trastorno por atracón, entre otros. 

Son de causa multifactorial, es decir, contribuyen aspectos biológicos, psicológicos, sociales y culturales. Pero frente a estas causas son factores de protección la adecuada integración familiar y el apoyo social, así como un equilibrio entre nuestras emociones y actitudes de carácter negativo y las de carácter positivo. 

El tratamiento debe ser multidisciplinar, es decir, contar con profesionales de distintos ámbitos como la medicina, la psicología y la nutrición. Según la gravedad y el trastorno, puede ser necesario el ingreso hospitalario. Es importante intervenir no sólo en los factores intrapersonales, sino también en los interpersonales y socioculturales, para hacer frente también a los factores de riesgo y de mantenimiento. 

Sonia Urbano. Psicóloga.